Una amenaza para los visitantes en Estados Unidos: la diversidad no se tolera

Trump juntos
Escrito por Rainer Hofmann

Los mejores aeropuertos para la entrada de inmigrantes a EE. UU. -Estados Unidos exporta la guerra cultural: la prohibición de diversidad de Trump llega a Europa - Europa debe responder - La diversidad, la equidad y la inclusión ahora son ilegales.

Los programas DEI están diseñados para apoyar a grupos que históricamente enfrentan discriminación o exclusión.

Advertencia para viajeros y empresas europeas que creen en los valores DEI protegiendo:

  • Personas de origen migrante o de minorías étnicas
  • Las mujeres, especialmente en industrias dominadas por hombres
  • Personas negras y personas de color (PoC)
  • Individuos LGBTQ +
  • Las personas con discapacidad
  • Minorías religiosas
  • Personas de comunidades social o económicamente marginadas

A lo largo de los años, Estados Unidos ha logrado enormes avances para garantizar la igualdad de las minorías. Apenas unas semanas después del inicio de la administración Trump, quedó claro que la "Tierra de la Libertad" ya no es un país tan valiente para las minorías. La diversidad ya no se tolera. Algunos extranjeros son vistos ahora como violadores, criminales o inmigrantes ilegales, lo que representa un desafío para quienes recorren la Carretera 286 de Texas a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, o disfrutan de un fin de semana de fiesta en Tijuana.

Muchas agencias de viajes europeas recomiendan encarecidamente a sus clientes que viajen a EE. UU. que revisen la situación actual antes de viajar. «En caso de duda, considere posponer su viaje».

Los controles migratorios son actualmente estrictos en Miami y Filadelfia. También se debe evitar viajar desde México siempre que sea posible.

Una directiva ideológica

En las tranquilas oficinas de las grandes corporaciones francesas, entre carpetas, calendarios y protocolos de cumplimiento de la UE, ha llegado una nueva carta del otro lado del Atlántico. No se trata de una nota diplomática ni de un acuerdo comercial, sino de algo mucho más fundamental:

Bajo la presidencia de Donald Trump, el gobierno de Estados Unidos ha ordenado a las empresas francesas que tienen contratos con el gobierno federal que cumplan con una orden ejecutiva que prohíbe todos los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI).

En su segundo mandato, Trump ha comenzado a exportar su ideología nacional al extranjero.

El objetivo:

Empresas francesas contratadas por el gobierno estadounidense. El objetivo es eliminar la diversidad, la equidad e inclusión (DEI) de todas esas asociaciones. El tono de la carta es formal, casi distante. Sin embargo, su contenido es incendiario.

“Les informamos que la Orden Ejecutiva 14173 –“Poner fin a la discriminación ilegal y restablecer las oportunidades basadas en el mérito”– se aplica a todos los proveedores y prestadores de servicios del Gobierno de los Estados Unidos, independientemente de su nacionalidad o país de operación”.

Así comienza la carta enviada por la Embajada de Estados Unidos en París, de la que Le Figaro obtuvo una copia. Se adjunta un documento titulado:

Certificación sobre el cumplimiento de la ley federal antidiscriminación aplicable.

Las empresas tienen cinco días para confirmar el cumplimiento total en inglés y enviar el documento firmado por correo electrónico. Si se niegan, se les solicita que proporcionen una justificación detallada para su envío a las autoridades legales estadounidenses.

Un nuevo conflicto transatlántico: no se trata de aranceles, sino de valores

Lo que parece una medida burocrática es, en realidad, un ataque a la identidad política y social de Europa. No se trata de una política comercial, sino de la cruda exportación de una guerra cultural estadounidense, rebautizada como cumplimiento legal, y que atenta contra la infraestructura moral de las democracias occidentales.

En los últimos años, las empresas europeas han introducido programas DEI bajo presión pública y las crecientes expectativas regulatorias. Ahora, el gobierno estadounidense califica estas iniciativas de "discriminación ilegal".

Con Trump, el lenguaje de la igualdad se ha transformado en ideología, y ahora se le pide a Francia que silencie su compromiso con la inclusión. La respuesta en las salas de juntas europeas: incertidumbre, preocupación y, en algunos casos, ira discreta. Tras la formalidad legal se esconde un claro mensaje político:

Estados Unidos no tolera ninguna diversidad, ni siquiera en suelo extranjero, no cuando están en juego contratos estadounidenses.

El regreso de la vieja América

La Orden Ejecutiva 14173 no es solo una directiva burocrática, sino un manifiesto de retroceso. Busca desmantelar el progreso logrado durante la era Obama, anulando los avances en representación, diversidad y equidad social, no con violencia, sino con cláusulas, plazos y firmas.

Lo que antes era un imperativo moral ahora se presenta como una desviación ideológica. Las empresas que defienden la DEI se arriesgan a ser excluidas de los contratos federales. El significado mismo de «discriminación» se ha redefinido: no la exclusión de las minorías, sino la intención de apoyarlas.

Europa mira… ¿y no dice nada?

El hecho de que la Embajada de Estados Unidos en París transmitiera este mensaje sin ninguna moderación diplomática deja algo claro: a Trump no le interesa la discreción. El mensaje a Europa es simple:

Cumplir o perder.

La guerra cultural ya no es un asunto interno estadounidense. Se ha convertido en una doctrina global, y quienes se nieguen a ceder serán desterrados.

Las empresas europeas siguen manteniendo su postura, por ahora

Mientras Estados Unidos empieza a criminalizar la diversidad, Europa todavía se mantiene firme, aunque a duras penas: en Suecia (89%), Francia (82%) y los Países Bajos (85%), más de cuatro quintas partes de las grandes empresas han adoptado estrategias de DEI.

La inclusión sigue siendo parte de la identidad corporativa incluso en Alemania (75%) y Bélgica (78%). Pero estas cifras son frágiles, especialmente bajo el peso de la presión transatlántica. El actual programa de equidad podría pronto transformarse en desafío político. Y cuando la dependencia económica se convierte en rendición moral, la diversidad se convierte en una desventaja, y la igualdad, en moneda de cambio.

Ahora Europa debe actuar

Europa debe actuar, no por vanidad, sino por supervivencia. Si sigue en silencio, la guerra cultural estadounidense no solo traspasará fronteras, sino que se incrustará en la letra pequeña de los contratos globales.

Lo que hoy llega como un correo electrónico a un contratista de defensa francés podría mañana ser una cláusula oculta en un acuerdo comercial a nivel de la UE. Un continente considerado la cuna de los derechos humanos no puede permitir que sus mercados se conviertan en recipientes para dogmas importados.

Una sociedad obligada a desaprender la diversidad pronto olvidará lo que significa la libertad.

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