Las corridas de toros llegaron a México desde España durante el siglo XVI y desde entonces se han convertido en parte integral de la cultura nacional, atrayendo tanto a turistas como a locales. La plaza de toros más grande del mundo, Plaza México, se encuentra en la Ciudad de México y tiene capacidad para más de 16 asistentes.
Si bien esta tradición ha brindado históricamente beneficios económicos y oportunidades laborales, ha sido objeto de un creciente escrutinio por parte de defensores de los derechos de los animales, quienes la consideran cruel. En la mayoría de las regiones de México, las corridas de toros violentas aún están permitidas, y solo unos pocos estados la prohíben.
En los últimos años, numerosos países latinoamericanos han prohibido las corridas de toros violentas. Las corridas de toros sin sangre también se han adoptado en Portugal y el estado de California, en Estados Unidos. Sin embargo, España sigue permitiendo la matanza del animal.

En una iniciativa que busca abordar la preocupación por la crueldad animal y, al mismo tiempo, preservar una larga tradición cultural, los legisladores de la Ciudad de México votaron a favor de transformar las violentas corridas de toros actuales en eventos sin sangre. Esta decisión también surge tras un incidente reciente en el que un toro hirió gravemente a un matador.
A principios de este mes, en la Corrida de Carnaval de Tlaxcala, el matador Emilio Macías sufrió una grave cornada por un toro. Al intentar la estocada final, el toro embistió inesperadamente, atrapando a Macías con su cuerno entre las piernas y levantándolo del suelo durante varios segundos. Fue trasladado de inmediato a un hospital, donde se sometió a una intervención quirúrgica de nueve horas para tratar lesiones en el recto, el colon y la cadera derecha.
La nueva ley, aprobada con 61 votos a favor y 1 en contra, prohíbe matar o dañar animales durante la corrida y prohíbe a los matadores usar instrumentos afilados como espadas. Los toros también tendrán los cuernos cubiertos para minimizar el riesgo de lesiones a las personas. Se ha establecido un límite de 15 minutos para el tiempo que los toros pueden permanecer en el ruedo.
Originalmente, la iniciativa de hacer que las corridas de toros sean incruentas surgió de la ciudadanía y recibió el respaldo de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada.
En la Ciudad de México estallaron protestas contra la nueva legislación, con partidarios de las corridas de toros tradicionales manifestándose frente al Congreso de la Unión. Tras los enfrentamientos entre grupos de manifestantes opuestos, fue necesario llamar a la policía antidisturbios.