Silvio Berlusconi es un magnate de los medios y político italiano que se desempeñó como El primer ministro de Italia en cuatro gobiernos de 1994-1995, 2001-2006 y 2008-2011. Por la forma en que hizo uso de las instituciones y de su poder, Berlusconi fue el líder político que más puso en peligro la democracia liberal, después de Donald Trump, en Occidente. Y violó sistemáticamente sus principios, escribe Emanuele Felice, periodista del diario Domani.
Si fuera elegido hoy, lo sería porque lo coronaron dos líderes como Salvini y Meloni que se refieren abiertamente a la democracia iliberal de Orban, Putin y Trump. Tal resultado sería una desgracia para la República Italiana, por razones éticas y políticas y, naturalmente, judiciales. Marcaría la caída de nuestra más alta y preciada institución, de baluarte de garantía a instrumento de una posible involución iliberal de nuestro país, afirmó Felice.
Ahora bien, para captar las señales que hay alrededor, parece una eventualidad improbable. El frente cruje, hay una distinción, una señal de que los números son difíciles. Pero a pesar de ello, los aliados siguen apoyándolo formalmente, además con cierto desdén por el ridículo (piden a Berlusconi que “disuelva la reserva mantenida hasta ahora” tras una reunión en su residencia).
Es un hecho que dice mucho sobre la naturaleza del centro-derecha que tenemos en Italia. Agrega confirmaciones sobre la naturaleza de líderes como Matteo Salvini y Giorgia Meloni. Además del propio Berlusconi, el primero que debería darse cuenta de la situación y, en cambio, está obligando al país a esta prueba vergonzosa y peligrosa, para todos nosotros, frente al mundo entero, y en un momento así.
El centro-derecha de Italia confirma así que es profundamente antiliberal, aventurero e irresponsable.
Como en ningún otro país de Europa occidental (quizás la única comparación que sigue en pie es la de Estados Unidos, donde los republicanos son rehenes de Trump).
El centroizquierda debe evitar cometer un error fatal. Retire a Berlusconi y vote por otro nombre de centro-derecha, que no sea “divisivo”. Tal resultado seguiría siendo una victoria para Berlusconi y para todo el centro-derecha, este centro-derecha. Sería aceptar la posibilidad de Berlusconi como punto de partida para una negociación.
Pd y Cinque Stelle también deben evitar el error contrario y atrincherarse en la indignación. Tal vez proponer un candidato de bandera, refrendando así la idea de una Italia dividida en dos en la que cada partido, al fin y al cabo, tiene derecho a legitimarse e ir al choque con el riesgo de perder.
Hay que reaccionar centrándose en una figura de altísimo prestigio, no imputable a ninguno de los dos bandos y que, por tanto, es capaz de abrirse paso incluso entre el gran electorado perplejo de centroderecha. Es una figura capaz de ganar sin ceder en las negociaciones con quienes ponen en peligro nuestras más altas instituciones pero sin sacrificarse en el testimonio.
Nota del autor: La tendencia general de la mayoría de los políticos y los medios sobre el Sr. Berlusconi se predispone a ser negativa.
Este artículo es un artículo de opinión del autor.
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